La fotografía es una técnica libre y casi desligada de cualquier obra, como siempre decimos hay algunos principios que son recomendables conocer para saber en qué situaciones usarlos. Podemos dar ciertas normas, pero jamás serán estrictas ni cerradas. Lo que hay que hacer es mucho más abierto a lo que no hay que hacer. Por eso en este artículo te traemos 15 errores que no puedes cometer en fotografía. Para que mejores tus tomas y no caigas en muchos de los errores en los que todo principiante hemos caído alguna vez
1. No conocer tu cámara
Este quizá sea el error más común y que mas principiante (y no tan principiante) comente más habitualmente. Como en cualquier aparato electrónico avanzado lo ideal sería leer el manual de instrucciones que incluye en la caja (o cada vez más frecuente en la web) para poder sacar el máximo partido y rendimiento.
De nada sirve gastarte cientos de euros en un nuevo cuerpo que incluye las tecnologías más punteras si luego tan sólo vas a usar un veinte por ciento de su potencial. Imagínate un informático que no conociera ni dominara bien su ordenador o un mecánico que no supiera para qué sirven determinadas herramientas.
Es exactamente lo mismo, si quieres sacar las mejores fotos primero tendrás que conocer el dispositivo con el que trabajas. Esto también es aplicable a los objetivos. Lee siempre las instrucciones de las cosas, pues aquneu te creas que lo sabes todo, es más que seguro que aprenderás muchas cosas que ni te imaginabas.
Por otro lado, conocer la cámara también es conocer los menús y los botones. Con los ojos cerrados deberías ser capaz de hacer cambiar cualquier ajuste con los diales y los botones de acceso rápido. Conocer la cámara es conocer la cámara por dentro y por fuera.
2. Disparar en automático
La fotografía y el equipo fotográfico puede ser al principio algo abrumador. Conocer las técnicas fotográficas así como aprender a exponer bien lleva su tiempo. Pero esto te lo dará la práctica y la experiencia.
Por eso mismo, de nada sirve igual que en el punto anterior, que te gastes un montón de dinero en una cámara de objetivos intercambiables para luego disparar en modo automático. Para eso es mejor no cargar tanto peso y que hagas las fotos con la cámara de tu teléfono móvil.
Asimismo, hoy en día con las cámaras digitales podemos ver el resultado en la pantalla en tiempo real, por lo que te animamos a que muevas ese dial y quites el modo AUTO para empezar a probar con el disparo manual o con prioridad a la obturación o al diafragma en su defecto. Además de desarrollar mucho más tu creatividad fotográfica, será imprescindible para trasmitir con tus fotos lo que realmente querías trasmitir.
3. Disparar solo en JPG
Como explicamos en este artículo en el que podrás ver esto con muchísima más profundidad, el JPG es un archivo muy comprimido. Por lo tanto sería un error que el cien por cien de tus fotos las tomes en este formato, pues estarás dejándote muchísima calidad por el camino.
Es cierto que disparar en RAW te exigirá al menos un revelado posterior, pero es que sacar una fotografía no es sólo apretar un botón. Con el tiempo aprenderás que casi es más importante el trabajo previo y el trabajo posterior en la toma de una buena foto.
4. Tener miedo a sacar la cámara
Este es otro error muy típico. Tengo miedo de sacar la cámara por si me la roban. O me averguenza sacarla por si la gente me mira raro. Quizá una cámara fotográfica en los años 70 era algo poco habitual, pero hoy por hoy estamos tan habituados a ver una cámara fotográfica como un helado.
Es cierto que son objetos de valor, por lo que no está mal que evalúes el entorno antes de centrarte en sacar fotos, pero te sorprendería lo inadvertido que puedes pasar con una cámara más o menos normal (evidentemente si estás sacando fotos con un 150-600 milímetros quizá te miren algo más de lo habitual).
Muchas veces ocurren escenas que no inmortalizaremos por tener la cámara guardad en la mochila o pero aún, en casa. Especialmente, esto ocurre aún más en fotografía callejera, donde hay momentos casi irrepetibles que suceden en décimas de segundo.
5. Revisar baterías y tarjetas
Esto parece algo obvio, sin embargo es algo que sucede con mucha más frecuencia de la deseada. Si no revisas tu equipo con antelación es más que probable que salgas con baterías descargadas o con tarjetas de memoria casi llenas que no te dejarán apenas espacio para unas pocas fotos.
Cuando esto ocurre a la vuelta de la esquina de tu casa fastidia pero al fin y al cabo estas mas o menos cerca, pero si te has pegado un viaje de varias horas en coche (o peor aún, en avión), deberás ser muy cauteloso al verificar que todo esto está en orden.
Imaginate ver el mejor atardecer de tu vida con la cámara en la mano pero sin batería. Te estarías dando cabezazo con tu cámara toda la vida, así que ya sabes, el día antes de salir carga bien las baterías y vacía tus tarjetas de memoria.
6. No planificar las fotos
Cuando estamos empezando a sacar fotos y no dominamos mucho la luz lo más habitual es que lleguemos a un sitio que nos gusta, saquemos nuestra cámara, disparemos la foto y continuemos. Es un error muy típico, sin valorar como está la luz o como le sacaría mas partido a ese paisaje o a ese retrato con una luz óptima.
Obviamente, si estas a miles de kilómetros de casa quizá sólo tengas esa oportunidad para tomar esa foto y no podrás volver en otro momento, pero en la mayoría de los casos seguro que puedes ir a otra hora a hacer la foto.
La planificación no consiste en pasar horas analizando la ubicación con apps avanzadas para ver qué momento es mejor. Al menos para un principiante, porque si estás algo más avanzado si deberías hacer esto. Con planificar para un principiante nos referimos a simplemente plantearse a que hora la luz será mejor para cierta escena. Quizá sería precios a última hora de la tarde y no con esos rayos de mediodía que aportan muy poco a la toma.
7. No revisar tus ajustes de la última foto
Otro error más que habitual cuando la cámara esta en manos de un principiante. Ya sea por los nervios, por las prisas o simplemente por despiste sacamos una foto con los mismos parámetros con los que sacamos la foto anterior.
Por eso es básico que pares, que te tomes tu tiempo y vuelvas a revisar el exposimetro de tu cámara. Mira el ISO, el diafragma, evalua si la velocidad de obturación es la adecuada. ¿Queríamos el enfoque puntual? ¿Enfoque continuo o dinámico? ¿qué vendría mejor para esta escena?
Tómate con calma la foto y disfruta de ese efímero momento de sacarla. Muchas veces por las prisas o por la vergüenza dispararemos muchas fotos que al visualizarlas posteriormente en el ordenador no servirán para nada.
8. Fotos trepidadas
Cuando dispares una foto trata de usar trípode, si la situación no te lo permite entonces intenta estar lo más estático posible. Como si fueras un francotirador. Y sobre todo, analiza si la velocidad de obturación que estás utilizando es la apropiada.
Muchas veces parece que la foto queda perfectamente nítida y enfocada al verla en la pantalla de nuestra cámara. Pero piensa que esta pantalla es muy pequeña y no tiene apenas detalle. Por eso es imprescindible que si vas a utilizar este método para saber si tus fotos están correctas amplíes la imagen todo lo que puedas y veas si las líneas y contornos de los sujeto que fotografías están totalmente nítidas.
Quizá no estés disparando lo suficientemente rápido y los sujetos salgan con una especie de movimiento, lo que se llama trepidado. Deshecha estas fotos porque su calidad no se ajusta a lo mínimos. Cuanta más exigencia busques en tus fotografías mejores tomas realizarás.
9. Usar estabilizadores digitales con trípode
Claramente esto es un error por no leerte las instrucciones de tu cámara u objetivo (bueno venga vale, o por despiste…). Muchas de las cámaras actuales y de los objetivos cuentan con un estabilizador de imagen que funciona a la perfección cuando disparamos a mano alzada.
Sin embargo, cuando utilizamos el trípode se entiende que la foto estará completamente estabilizada (a no ser que dispares desde un barco o en medio de un terremoto). Por eso, es importante que desactives el estabilizador de imagen tanto de la cámara como del objetivo si lo tuviera.
Los procesadores de las cámaras muchas veces no saben interpretar esta doble estabilización y tus fotos perderán nitidez o tendrán extraños efectos que no comprenderás.
10. Usar siempre la apertura del diafragma más abierta
Está muy bien invertir en un objetivo F/1.4 súper luminoso y conseguir fotografías con reducida profundidad de campo. Si, queda muy artístico. Pero quizá no siempre sea lo mejor. A lo mejor en un retrato estás enfocando un ojo pero desenfocando el otro sin darte cuenta. Y si el resultado es algo que no buscabas por lo general, estará mal.
Tampoco utilices tu gran angular para fotografía de paisaje en su flamante apertura f/2.8. Guau, que luminoso es y que velocidad de obturación tan baja puedo poner. Como deberías saber ya si te leíste el artículo del punto dulce, todos los objetivos tienen una apertura de diafragma ideal en la que se consigue una mayor nitidez y se minimizan las aberraciones.
Si estás disparando con un trípode esa bonita estampa con unas montañas nevadas y un lago, quizá no necesites disparar con el obturador tan veloz y te puedas permitir cerrar el diafragma para conseguir un mayor calidad y definición en tu fotografía.
11. No revelar tus fotos
La fotografía no acaba cuando pulsas el botón y se guarda en la tarjeta de memoria. La fotografía un tiene un trabajo posterior. Imagínate que en la época analógica las fotos no se revelarán en el cuarto oscuro y las dejáramos en los negativos para siempre. No habría foto. Por eso diferenciamos revelar de editar.
Mientras que la edición comprende una manipulación mayor de la foto, el revelado atañe a los conceptos básicos de luminosidad, recorte, retoque de colores y temperatura…
Es básico revelar una fotografía después de sacarla para obtener los efectos deseados y poder trasmitir justo lo que queríamos, además de corregir algunos errores en lo que quizá a la hora de tomar la fotografía no habíamos caído.
12. Demasiada edición
Al igual que es básico revelar una foto es igual de malo pasarse con la edición. No sabemos el por qué, pero cuando comenzamos con esto de la fotografía nos encanta saturar un montón los colores. Azules y verdes casi eléctricos imposibles de ver en la realidad. Dar muchísimo contraste o claridad convertirán nuestra imagen casi en un dibujo, o en algo poco creíble.
Por eso es imprescindible ser sutil en cualquier ajuste o edición. Debemos ser capaces después de editar una foto que sea verosímil, es decir que tenga credibilidad. Al igual que no te creerías una foto con un cielo violeta a mediodía (al menos en el planeta tierra), tampoco entenderías como cierto tomas con los colores ultra saturados y la edición quedaría demasiado obvia.
13. No acercarte lo suficiente al objeto
Al igual que en el punto de sacar la cámara, muchas veces por vergüenza o por no ser el centro de atención de las miradas no nos acercamos lo suficiente al sujeto fotografiado. Este aspecto es clave si queremos que sea el protagonista de nuestra escena. Ya sea una persona, una flor o un animal. Tenemos que conseguir disparar la foto desde la distancia y el ángulo que sea necesario para conseguir que tenga el mayor impacto y que llame la atención lo estrictamente necesario.
14. No cambiar el objetivo por pereza
Al igual que cualquier otra disciplina la pereza es algo que arruinará nuestro trabajo (o afición en este caso). Si cuentas con una cámara con objetivos intercambiables, te has gastado unos cientos de euros en varios de ellos y acarreas el peso de una mochila de un lado para otro la solución es clara no. Cambia el objetivo si es necesario.
Mientras caminas por la calle con tu 50 milímetros capturando momentos únicos para después publicar tu serie fotográfica en blanco y negro, quizá de repente veas una escena paisajista única con el sol detrás de un campanario. Tienes dos opciones, volver al día siguiente a la misma hora o coger tu teleobjetivo e inmortalizar la escena con un gran sol justo encima del tejado de la torre.
O quizá estes haciendo fotos de pájaros con tu súper tele objetivo y encuentres un lugar idílico con una cascada entre montañas. No seas vago y monta tu gran angular. Quizá esa, sea la mejor foto que saques en toda la jornada y la hubieras perdido sólo por unos segundos que hubieras tardado en realizar el cambio.
15. Usar filtros UV
Este último punto puede que sea el más subjetivo. Quizá, muchos se echen las manos a la cabeza al pensar en su valioso objetivo cayendo sobre una roca en ausencia de este pequeño filtro de cristal.
Lo primero es pensar, cuantas veces se te ha caído un objetivo al suelo, o has golpeado su lente delantera contra algún objeto. Posiblemente la respuesta sea nunca. A lo mejor deberíamos forrarlos también con goma espuma… por si acaso.
Lo cierto es que te has gastado cientos de euros en un objetivo, con unas lentes de última tecnología con variedad de tratamientos y colocadas de manera casi científica. ¿vas a poner delante de todo eso un cristal barato? En realidad da igual su precio, porque cueste lo que cueste le quitara a tu objetivo definición, generará seguramente halos indeseados o reflejos, etc…
Por eso la recomendación es utilizar siempre el parasol. Si, incluso cuando no hay sol. Este protegerá en la mayoría de los casos a tu objetivo de golpes indeseados (si has leído nuestro artículo del uso del flash externo fuera de nuestra cámara sabrás que como no dispararemos con el encima no nos molestará el parasol) . Incluso cuando van guardados, llevar colocado el parasol es una gran opción de protección.
En definitiva, estos son 15 consejos que daríamos a cualquier principiante para que se convierta en mejor fotógrafo de lo que él mismo imagina. Pero seguro que se te ocurren muchos más consejos que le darías a ese amigo que está tomando sus primeras fotos con su nueva cámara. En realidad ha cientos de consejos, pero estos nos parecen los más importantes.